¡Qué le vamos a hacer!
Jaime, el padre de mi padre, tuvo a bien nacer en la entonces Lérida, del Año del Señor de 1877.
Se apellidaba Bernadó, igual que su padre Francisco, e igual que el resto de sus antecesores (imagino, porque lo del "padre incógnito" estuvo muy de moda).
Su familia (y la mía, claro), se vino a vivir a Zaragoza en algún momento impreciso, y aquí se quedó el bueno de Jaime, y aquí el mozo se multiplicó (de eso hablaré en otro momento).
Así sin más. Nos apellidamos B E R N A D Ó
B
E
R
N
A
D
Ó
7 letras, 7.
Con acento en la "ó" y sin la "R" entre la "a" y la "d"
No Bernardo, ni Bernardó, ni Vernado (que también), ni Bernad.
"Bernadó".
En ocasiones nos dicen "qué más os da". Pues mira no, no nos da igual.
Por ello, hay varias generaciones repitiendo la muletilla; "No es Bernardo, es Bernadó".
Familia #SinReblar