16 Jun
16Jun

¡Qué le vamos a hacer!

Jaime, el padre de mi padre, tuvo a bien nacer en la entonces Lérida, del Año del Señor de 1877.

Se apellidaba Bernadó, igual que su padre Francisco, e igual que el resto de sus antecesores (imagino, porque lo del "padre incógnito" estuvo muy de moda).

Su familia (y la mía, claro), se vino a vivir a Zaragoza en algún momento impreciso, y aquí se quedó el bueno de Jaime, y aquí el mozo se multiplicó (de eso hablaré en otro momento).

Así sin más. Nos apellidamos B E R N A D Ó

B

E

R

N

A

D

Ó

7 letras, 7.

Con acento en la "ó" y sin la "R" entre la "a" y la "d"

No Bernardo, ni Bernardó, ni Vernado (que también), ni Bernad.

"Bernadó".

En ocasiones nos dicen "qué más os da". Pues mira no, no nos da igual.

Por ello, hay varias generaciones repitiendo la muletilla; "No es Bernardo, es Bernadó".

Familia #SinReblar   

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